El diagnóstico del Hospital Clínico Universitario de Caracas se agrava y no hay signos de recuperación. La crisis empeora y con ello la salud de los pacientes. Con solo 20% de los servicios operativos, según la Sociedad de Médicos Residentes, el principal hospital del país está en terapia intensiva: fallan más de 80% de los insumos; la Unidad de Cuidados Coronarios, un servicio bandera del recinto, suma seis meses fuera de servicio y el Laboratorio de Cateterismo Cardíaco está cerrado desde hace dos años.

Para los médicos de esa institución, la muerte del Hospital Clínico Universitario no es solo una metáfora, es la realidad que aplasta a cada paciente que acude con urgencia para intentar salvar su vida. El recinto solo dispone de antibióticos primitivos para combatir infecciones que requieren antídotos específicos. Una de las especialidades que le toma el pulso a la emergencia humanitaria es Cardiología, el termómetro de un sistema en decadencia.

De ocho equipos que tiene el laboratorio de Ecocardiografía, solo uno está operativo y otro funciona a medias. Se trata, sin mayor tecnicismo, de la principal herramienta para el diagnóstico de los pacientes que ingresan con infartos.

Iván Machado, jefe del área de Cardiología del Hospital Universitario de Caracas, señala que su área, una especialidad que descuella en todo el país, está muriendo de mengua, al igual que sus pacientes. En los últimos dos años se han ido más de 25 especialistas formados en el posgrado de Cardiología y apenas tienen insumos para sostener la especialidad.

A propósito de ello, la Encuesta Nacional de Hospitales 2017 advierte que 94% de los centros perdió capacidad para realizar tomografías, en 89% fallan los exámenes de Rayos X y 71% de los centros asistenciales no dispone de ecosonogramas. La tensión pesa sobre los servicios de cardiología en toda el Área Metropolitana. En el Hospital Universitario, cuya especialidad es de referencia nacional, se requieren kits quirúrgicos para la ejecución de cirugías cardiovasculares.

Machado desnuda con cifras la crisis que arruina la especialidad. En el Clínico apenas preparan cuatro residentes por año. Hoy solo 11 médicos se forman en esa área de la medicina, una labor que, a juicio del regente del servicio, tiene el mérito de una hazaña. Machado se niega a claudicar la formación en un momento donde recrudece la escasez de insumos hospitalarios, que asciende a 95%, según la Federación Médica Venezolana.

En un año ordinario, el Clínico Universitario realizaba hasta 450 operaciones del corazón y 1.200 cateterismos, con un rendimiento de entre 30 y 40 cirugías al mes, según datos de la institución. Pero la coyuntura actual los aparta de esa meta. En todo 2017, precisa el responsable de cardiología, no llegan a 40 intervenciones. El último procedimiento se realizó hace dos semanas, una práctica que tiene visos de proeza.

En Venezuela, según los estándares internacionales, la demanda anual de operaciones cardiovasculares se ubica entre 6.500 y 7.000 procedimientos, solo en adultos.

“El laboratorio del hospital funciona de manera precaria, no hay reactivos y los pacientes deben practicarse los exámenes por fuera”, agrega Machado. Con una capacidad instalada de 36 camas en hospitalización, 40 en cirugía cardiovascular y seis cupos en cuidados coronarios, el HUC estaba facultado para responder a la demanda. “Este año apenas logramos hacer, si acaso, 20 estudios de cateterismos cardíacos de los 1.600 que hacíamos. En nuestros mejores momentos, manejábamos el doble del volumen de pacientes atendidos por el Cardiológico Infantil, en Montalbán”, concluye.

Salud privatizada

El ginecólogo Andrés Lemmo, del departamento de Obstetricia y Ginecología, advierte que mientras más denuncian la crisis, más severos son los castigos. “Te dan menos recursos para resolver los problemas. Y la situación del hospital es crítica. No tenemos materiales, insumos ni reactivos”, agrega. El área de Obstetricia, en el piso 10, está en remodelación, lo cual incluye la sala de parto y de hospitalización, cuyos especialistas reportan un incremento de las  infecciones intrahospitalarias.

Los familiares de quienes son atendidos en el servicio, cuenta Lemmo, deben comprar suturas, guantes, antisépticos y están obligados a lidiar también con las fallas de hemoderivados: plasma, albúmina, plaquetas y sangre que requieren quienes deben ser operados o presentan complicaciones de última hora. “Antes operábamos 18 pacientes semanales, ahora solo intervenimos dos o un máximo de tres por semana”, dice.

En el lugar se anidan tres problemas fundamentales: la ausencia de insumos, la falta de mantenimiento a la infraestructura y las fallas de personal, entre los que se cuentan enfermeras, anestesiólogos y otros.

El Universitario no solo es un hospital docente, también tiene una connotación importante: es la última opción en cuanto al nivel de atención, lo cual le confiere un valor adicional, en especial si se trata de pacientes crónicos que acuden en busca de una esperanza. “El problema es que la gente del Ministerio de Salud está empeñada en hacer ver que se puede ir a la luna con un carrucha de rolinera, pero necesitas equipos”, aduce Iván Machado.

Languidecen posgrados

El servicio de Infectología tampoco escapa de la coyuntura. Se trata del más importante de la ciudad en lo que a atención a personas con VIH/SIDA se refiere. Cerca de cinco mil pacientes con distintas enfermedades de transmisión sexual reciben tratamiento en esa institución.

Aunque el servicio dispone de 28 camas arquitectónicas, 14 están inoperativas. La falta de recursos y algunos problemas de infraestructura han reconfigurado la capacidad del servicio.

A rasgos generales, no solo se trata de un área donde opera el Programa VIH/SIDA e Infecciones de Trasmisión Sexual (ITS) del Ministerio de Salud, en el piso 2 también funciona el único posgrado académico en infectología que forma a personal médico en el Área Metropolitana. El segundo más importante funciona en el Hospital Vargas, en San José de Cotiza, pero no está avalado por la Universidad Central de Venezuela, como ocurre en el caso del Universitario.

El hospital tampoco dispone de reactivos para descartar enfermedades de transmisión sexual, como hepatitis B y C ni para realizar estudios a pacientes que deben ser intervenidos. Semanalmente en el sitio son atendidos un promedio de 150 personas y al menos dos embarazadas con VIH por día.

La escasez de insumos y material quirúrgico no solo compromete la atención clínica, también pone en riesgo la formación académica de los médicos. De 132 posgrados y especialidades, en 35 disciplinas, que tiene la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela, la mitad de los cursos está en riesgo por la crisis que asedia a las 24 instituciones de salud que son sedes de los programas universitarios en el Área Metropolitana, según la dirección de posgrado de la Facultad de Medicina de la UCV.

La coyuntura arropa a 1.700 residentes de la UCV e incluso ha provocado la renuncia de más de 30 alumnos en lo que va de año. Entre sus razones, los médicos que abandonan su formación de tercer nivel aducen la escasa remuneración económica.

Fuente: Noticiero Digital