La escasez de quimioterapias para tratar la leucemia linfoblástica aguda, que es la más común en niños, se incrementó este año. Ayer en la tarde en el Hospital J. M. de los Ríos de los 7 medicamentos para aplicar la quimioterapia en la primera fase del protocolo médico solo había 3 para 60 pacientes. Mientras que en la segunda etapa, denominada de consolidación, de 8 quimioterapias requeridas solo había 2.
L-asparaginasa es uno de los medicamentos más solicitados por redes sociales desde hace meses y su ausencia dentro del protocolo médico puede traer recaídas en los pacientes.
“Los padres deben buscar el tratamiento fuera del país o pedir donaciones por las redes sociales. A veces no se consigue y los protocolos se aplican incompletos. Es muy pronto para conocer las consecuencias de esta crisis que se incrementó este año, pero tememos que a finales de año se comiencen a contabilizar las recaídas”, explica un hematólogo que prefiere proteger su identidad.
Hacer diagnósticos a niños con sospecha de leucemia es imposible en un centro público del país porque no hay reactivos, mientras que debido a los elevados costos los padres recurren a la Fundación Niños con Cáncer o Jacinto Convit para obtener financiamiento y pagarlos en laboratorios privados.
La Fundación Niños con Cáncer requiere al menos 600.000 bolívares por paciente solo para diagnosticar la enfermedad con los exámenes citometría de flujo y biología molecular que se necesitan para saber cuál es el tipo de leucemia, el tratamiento que se debe aplicar y el pronóstico, pero solo ayudan a pequeños de Caracas, Aragua, Carabobo y Yaracuy.
Desde 2013 se desconoce de qué se enferma la población venezolana y de qué se muere porque el Ministerio para la Salud no salda deudas con los anuarios. Se sabe que en 2013 la quinta causa de muerte de niños entre 1 y 4 años de edad se debió a algún tipo de cáncer (97 muertes), mientras que entre los 5 y 14 años de edad es la segunda causa de fallecimientos (239 muertes). Ese mismo año 26.294 venezolanos tenían la enfermedad.
La Organización Mundial de la Salud calcula entre 125 y 130 casos de cáncer anuales por cada millón de habitantes entre los 0 y 18 años de edad. En el país esto se traduciría en 10.000 niños que padecen la enfermedad.
Una vez culminado el tratamiento los hematólogos tampoco pueden saber el pronóstico de estos pacientes porque no hay reactivos para hacer el examen de citogenética ya que desde hace meses desaparecieron del país. Su evolución queda en incógnita.
Deudas pendientes. Desde diciembre pasado el gobierno prometió ampliar los convenios con el Fondo Estratégico de la Organización Panamericana de la Salud para optar por los créditos que otorga el organismo internacional a fin de traer medicinas a menor costo. Hace un mes solo se logró concretar la llegada de un inmunosupresor para pacientes trasplantados, pero para las enfermedades oncológicas aún no ha entrado nada.
Hace un mes en el Complejo Hemato-oncológico y Radiocirugía Dr. Domingo Luciani, en una pizarra tenían anotados todos los fármacos que faltaban. En la larga lista se encontraban, entre otros: decitabina, ciclofosfamida, bortezomib, faslodex, pemetrexed, megestrol, etoposido, capecitabina, mitomicina, 5 fluoracilo, avastin, ifosfamida, oxaliplatino, doxorrubicina, herceptin, ixempra, tamoxifeno, L-asparaginasa y navelbine. Tampoco había aguja huber, usada para la administración de medicamentos, transfusiones y en el manejo de sangre ni había llegado emend, para la prevención de náuseas.
Sin tratamiento de paludismo
Pacientes del hospital de Ciudad Guayana, en el estado Bolívar, cerraron la avenida Gumilla, a la altura de la redomina de Sutiss, a las 6:00 am, en protesta por la falta de medicamentos para el tratamiento del paludismo. La escasez ya crítica de las medicinas contra esta epidemia, extendida en Bolívar así como en otros estados del país, ha sido causa de varias protestas.
El 12 de junio pasado, 310 pacientes con sus familiares cerraron la vía a El Pao para exigir al gobierno el envío de los fármacos al ambulatorio de Pozo Verde, una parroquia rural de Ciudad Guayana, donde se producían largas colas para recibir el tratamiento.
Hasta junio se contabilizaron tres muertes por malaria solo en esa parroquia rural del Caroní.
Fuente: El Nacional