(Caracas, 30 de marzo de 2017) La crisis embiste al Hospital J.M. de los Ríos en San Bernardino. El centro pediátrico, de referencia nacional, parece sumido en terreno fangoso, así lo aseguran quienes se saben afectados por la escasez de insumos, antibióticos y material descartable que obliga al personal médico a dar a los niños de alta.
Agobiados por el déficit de insumos, un grupo de representantes salió a la calle este miércoles para protestar por la escasez que arropa a un centro de formación universitaria y que en otros tiempos marcó un hito en la historia de la medicina nacional.
En esa institución, el drama de la atención sanitaria tiene rostro de infante y en, algunos casos, ocasiona efectos letales. Además de las medicinas, en el hospital falla el agua purificada para la práctica de hemodiálisis, no hay broncodilatadores, analgésicos ni antiinflamatorios, denunciaron los padres durante la manifestación realizada en la avenida Vollmer.
Los afectados emitieron un comunicado en el que denunciaron los estragos de la crisis en ese recinto.
En un intento por dibujar la magnitud del problema, Luisa Martínez, madre de una pequeña de nueve años con linfoma, escurre su propia historia de dolor y lo hace con palabras sencillas. “No hay nada, no hay inyectadoras, falta el alcohol y las agujas. Y entre esos problemas, también hay uno más grave, uno que me preocupa mucho: los médicos están desmoralizados porque no pueden hacer nada para salvar la vida de nuestros niños. Y nosotros, sin ser médico, hemos cargado con una cruz que es del tamaño de Venezuela”, dice con lágrimas en el rostro.
Falla planta de ósmosis
Una de las mayores preocupaciones que permeó la protesta fue el reclamo en torno a las fallas que presenta la planta de ósmosis del Servicio de Nefrología del J.M. de los Ríos, cuyos pacientes se contaminan por los problemas de mantenimiento.
La jefa de esa especialidad, Belén Arteaga, señala que no le practican mantenimiento desde agosto pasado. Para la seguridad de los niños, los protocolos indican que la planta tendría que someterse a limpieza cada tres meses.
La coyuntura perjudica a 24 infantes que reciben terapia de hemodiálisis en esa institución, de los cuales 50% presenta fiebre por infecciones. Arteaga presume que se trata de un problema asociado a la calidad del agua que se usa en la diálisis. “No tenemos la certeza de que sea el motivo, pero sí sabemos que no se le ha hecho mantenimiento a la planta”, dijo. Detalló que en total tienen una población de 32 pacientes, una dato que incluye a quienes acuden por cambio de catéter.
Mientras despejan la duda, la mitad de los pacientes, con edades entre 5 y quince años, padece la secuela de la infección que se instala en sus catéteres y que enmudece a los familiares por las complicaciones asociadas a ella. Se trata de un diagnóstico que es claro para los médicos, pero no tienen cómo resolverlo.
“Con frecuencia tenemos que cambiar los antibióticos a los pacientes porque no los hay. Hay problemas con los tubos de hemocultivos”, agregó Arteaga.
En cierre técnico
Los padres denuncian que el laboratorio del hospital enfrenta un déficit de insumos de 97% y perdió capacidad para realizar estudios, incluido el de hemocultivo, un examen indispensable para descartar infecciones bacteriológicas en los pequeños.
Alejandro Ferrer, presidente de la Sociedad Médica del J.M., agrega que el hospital suma varios meses sin servicio de Rayos X y la capacidad de respuesta de los servicios va en detrimento, lo que coloca al centro en un cierre técnico. “Hay muchas cosas que no funcionan en el hospital, todo está peor. No hay quimio para los niños y si tienen neumonía no hay cómo hacerle una placa de Tórax”.
Augusto Pereira, jefe del servicio de Oncología, asegura que fallan 30 tipos de medicamentos oncológicos, lo cual deja a unos 40 niños sin sus esquemas farmacológicos. Ello en un servicio que atiende a 120 pacientes por mes. Pereira asegura que los más afectados son quienes padecen de tumores cerebrales y leucemia.
María Canelón, madre de niño con cáncer, dice que vive en carne propia la desdicha que arropa a decenas de familias. Relata que Angelimar Martínez, su pequeña de 13 años, quien padece de un bioma en el nervio óptico, cumple su tratamiento con dificultades. “Escasea el Everolimus y mi hija ha tenido que interrumpir su tratamiento oral”, dice.
El director del centro hospitalario, Víctor Antonio Siegert, recibió a algunos de los manifestantes, a quienes reconoció las carencias. Dijo que hacen lo posible por solucionar la problemática y que la ministra de Salud, Antonieta Caporale, está en conocimiento de la situación y trabaja en ello.
Fuente: El Universal